Rolls-Royce, uno de los líderes en la producción mundial de motores para aviación, ha decidido vender su división de motores completamente eléctricos con el objetivo de multiplicar sus beneficios. Aunque en los últimos años la compañía había estado trabajando en el desarrollo de propulsores para aviones eléctricos, ahora considera que esta tecnología no es comercialmente viable en los vuelos de largo recorrido, que son su principal foco de negocio. En su lugar, Rolls-Royce apuesta por los combustibles sintéticos y el hidrógeno como alternativas más eficientes y sostenibles. Los combustibles sintéticos, conocidos como SAF, aspiran a reducir hasta un 70% las emisiones de gases de efecto invernadero en la aviación comercial. Recientemente, Virgin Atlantic, financiada por Reino Unido y apoyada por Rolls-Royce, realizó un vuelo utilizando exclusivamente este tipo de combustible. Por otro lado, Rolls-Royce también ha estado probando motores que funcionan con hidrógeno, aunque esta alternativa no se considera demasiado eficiente. Aunque el futuro de la aviación aún es incierto, queda por ver si el hidrógeno, los combustibles sintéticos o los eléctricos serán la tecnología dominante. Sin embargo, Rolls-Royce ha dejado claro que, por el momento, no considera que los aviones eléctricos sean una opción segura para su negocio. Con la venta de su división de motores eléctricos, la compañía espera obtener ingresos de alrededor de 1.500 millones de libras. A pesar de este cambio de enfoque, Rolls-Royce sigue apostando por un crecimiento financiero sólido y está llevando a cabo un ajuste que afectará a 2.500 empleados en diversas áreas.
