El tamaño de los animales influye en su longevidad, y esto se observa claramente en el reino animal. Por ejemplo, las ballenas de Groenlandia pueden vivir hasta 200 años, mientras que la mosca común apenas alcanza los 28 días. Sin embargo, en el caso de los perros, la situación es diferente. Aunque comúnmente se habla de la «vida de los perros» como un concepto homogéneo, la realidad es que la esperanza de vida varía significativamente entre razas.
Los perros grandes tienden a vivir menos que los pequeños, y el tamaño corporal se ha identificado como el mejor predictor de la duración de la vida en los perros domésticos. Algunas razas pueden llegar a doblar la esperanza de vida de otras. Por ejemplo, un terranova vive entre 9 y 10 años, mientras que un chihuahua puede vivir entre 14 y 16 años.
Existen diversas teorías que intentan explicar esta diferencia en la esperanza de vida. Algunas sugieren que la endogamia, la salud dental o la obesidad podrían ser factores influyentes. Sin embargo, estas teorías no han logrado ofrecer una explicación integral. Investigadores de la Universidad de Washington están explorando una nueva hipótesis: el crecimiento. La diferencia de tamaño entre razas implica que los perros grandes tienen un crecimiento más prolongado, lo que podría causar daños a nivel celular, como la pérdida de telómeros y un mayor daño oxidativo.
Esto sugiere que los perros grandes envejecen más rápido y desarrollan enfermedades relacionadas con la edad antes que los perros pequeños. A diferencia de otras especies, todos los perros pertenecen a una única especie, lo que hace que los mecanismos genéticos funcionen de manera diferente según el tamaño. En este contexto, el tamaño se convierte en un factor crucial que afecta la longevidad de los perros.
Imagen: Mahmoud Ayad
