Hace más de 2000 años, la industria textil romana amenazó la existencia de las cañaíllas, un marisco icónico de la cocina gaditana. Estos gasterópodos eran utilizados para obtener un tinte púrpura utilizado por la alta nobleza y los reyes. Para obtener suficiente tinte, se necesitaban miles de cañaíllas, lo que llevó a su escasez. Solo las clases más pudientes de Roma podían permitirse prendas teñidas con este púrpura, que era más caro que el oro. Afortunadamente, en la actualidad, las cañaíllas son un reclamo gastronómico en Cádiz y su provincia.
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