En los años 40, el franquismo buscaba motorizar España y encontró en el Instituto Nacional de Industria (INI) la solución. A través de Enasa, crearon los primeros Pegaso, que eran en realidad unos Hispano-Suiza modificados. En 1951, se presentó el Pegaso Z-102, conocido como el ‘Ferrari español’, como una estrategia para dar a conocer la marca y atraer inversores. El motor V8 del Z-102, diseñado por el ingeniero Wilfredo Ricart, destacaba por su rendimiento y rarezas como la refrigeración por sodio líquido de las válvulas de escape. Aunque el coche era considerado uno de los más bonitos de España, Enasa solo proporcionaba el chasis y empresas externas se encargaban de la carrocería, lo que hacía que cada unidad fuera única y altamente cotizada. El Z-102 logró el premio al deportivo más rápido del mundo en 1953, pero su participación en Le Mans fue un fracaso debido a problemas de fiabilidad. A pesar de ello, el coche estableció un nuevo récord de velocidad en una prueba en línea recta, alcanzando los 245 km/h. Sin embargo, el título le duró poco, ya que un Mercedes 300 SL lo superó al año siguiente. La historia del Pegaso Z-102 terminó en 1957, siendo reemplazado por el Z-103. En 1958, Enasa produjo su último deportivo y destruyó los planos y todo el trabajo técnico, considerando que el modelo no había amortizado su coste.