Los espacios verdes, como bosques, parques y jardines comunitarios, tienen un efecto positivo en la salud y el envejecimiento. Un estudio reciente demostró que los espacios verdes pueden ralentizar el ritmo de envejecimiento de las células del cuerpo, reduciendo la edad biológica de una persona entre 2,2 y 2,6 años. Además, los espacios verdes reducen el estrés, la ansiedad y la depresión, mejoran la concentración y la atención, y aumentan la sensación de calma. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los espacios verdes no son suficientes para compensar otros problemas ambientales, como la contaminación atmosférica. La Organización Mundial de la Salud recomienda garantizar el acceso universal a los espacios verdes, pero gran parte de la población vive en ciudades que no cumplen con esa recomendación. Un estudio anterior reveló que se podrían prevenir hasta 43.000 muertes prematuras cada año si se cumplieran las recomendaciones de la OMS. Aunque los espacios verdes parecen proteger la longitud de los telómeros, el perjuicio de otros factores, como la contaminación y la segregación, contrarresta esa protección. Por lo tanto, es necesario abordar los daños ambientales y los problemas de justicia medioambiental junto con la creación de espacios verdes en las comunidades. En resumen, los espacios verdes tienen beneficios significativos para la salud y el envejecimiento, pero es necesario abordar otros problemas ambientales para maximizar su impacto.