La escena es común: una familia llega a la playa y los niños comienzan a cavar en la arena. Sin embargo, la ciencia advierte sobre los peligros de esta actividad. En febrero, en una playa de Florida, dos niños quedaron atrapados en un hoyo que cavaron, resultando en la muerte de una niña de siete años. Este no es un caso aislado; estudios indican que entre tres y cinco niños mueren anualmente en Estados Unidos por incidentes similares.
El problema radica en la inestabilidad de la arena. Cuando está seca, los granos de arena forman una pila con un ángulo de reposo de 33 grados, lo que la hace propensa a derrumbarse. Incluso la arena mojada, que parece más estable, puede colapsar al secarse. Los expertos recomiendan no cavar hoyos más profundos que la altura de las rodillas de la persona más baja del grupo, siendo 0,6 metros la profundidad máxima segura.
El rescate de una persona atrapada en un hoyo de arena es extremadamente difícil debido a la inestabilidad y el peso de la arena. Los rescatistas tienen solo entre tres y cinco minutos para liberar a la víctima antes de que se asfixie. Por ello, es crucial supervisar a los niños y evitar que caven hoyos profundos en la playa.
Imagen: Caren Florance, Carmen