Las turbulencias atmosféricas son responsables del 71% de las lesiones a bordo de los aviones, generalmente de carácter leve. Según un estudio de la Universidad de Reading, la frecuencia e intensidad de estas turbulencias aumentarán debido al calentamiento global. En el Atlántico Norte, una de las rutas de vuelo más transitadas, la duración anual de turbulencia severa ha aumentado un 55% desde 1979 hasta 2020.
El invierno es la estación más propicia para las turbulencias, pero se espera que para 2050 los veranos tengan la misma intensidad que los inviernos de 1959. La turbulencia en aire despejado (CAT) es uno de los peligros más dañinos relacionados con el clima, ya que se desarrolla en ambientes libres de nubes y es indetectable por el radar de a bordo.
La exposición prolongada a estas perturbaciones puede acortar la vida útil de la nave y causar daños estructurales graves. Un ejemplo notable es el vuelo UA826 de United Airlines en 1997, donde un evento CAT resultó en la muerte de un pasajero y daños significativos al avión.
Los viajes aéreos transatlánticos a menudo enfrentan CAT debido a la presencia de la corriente en chorro. La intensidad de estas corrientes depende de los gradientes de temperatura horizontales. Con el cambio climático, se espera que las corrientes en chorro se intensifiquen, aumentando la frecuencia de eventos CAT.
El estudio utilizó simuladores de modelado climático global para analizar este fenómeno, pronosticando un aumento del 14% en eventos CAT moderados por cada grado de calentamiento global. Esto podría llevar a rutas de vuelo más largas y mayores costes en combustible para las aerolíneas.
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