Marte, el planeta rojo, se perfila como el próximo gran destino de la humanidad. La NASA planea lanzar una misión tripulada a Marte en la próxima década, aunque aún no ha fijado una fecha concreta. Este retraso es comprensible, dado los enormes desafíos que deben resolverse antes de enviar astronautas a este mundo. Uno de los principales retos está relacionado con el tiempo de viaje.
Utilizando la tecnología de cohetes químicos actuales, el viaje a Marte puede durar entre seis y nueve meses. Sin embargo, el desarrollo de la propulsión térmica nuclear podría reducir este tiempo a la mitad, permitiendo que el viaje dure solo tres o cuatro meses. Esto no solo sería menos exigente para la salud de los astronautas, sino que también permitiría un uso más eficiente de los recursos de la misión.
La propulsión térmica nuclear presenta ventajas significativas, pero también implica grandes desafíos. Los cohetes químicos convencionales utilizan una reacción química entre un propelente ligero, como el hidrógeno, y un oxidante. En contraste, la propulsión térmica nuclear se basa en la fisión nuclear, un proceso conocido y utilizado en centrales nucleares y submarinos desde los años 50.
En este tipo de propulsión, un núcleo de uranio-235 absorbe un neutrón y se divide en dos núcleos, liberando energía. Los sistemas de propulsión térmica nuclear tienen aproximadamente el doble de impulso específico que los cohetes químicos, lo que teóricamente les permite reducir a la mitad la duración del viaje a Marte.
Desde los años 50, el Gobierno de EE. UU. ha financiado programas para desarrollar esta tecnología. A pesar de que se han probado numerosos diseños, los reactores deben ser seguros, ligeros y capaces de operar durante toda la misión. La NASA planea probar un motor de propulsión térmica nuclear en el espacio en 2027, lo que podría ser crucial para la exploración de Marte y más allá.
Imagen: SpaceX