En algunos países, comprar y mantener un coche es asequible considerando el nivel de vida, los impuestos y el salario promedio. Sin embargo, en Turquía, se necesita destinar más del 650 % del salario anual promedio para ser propietario de un vehículo. Esto se debe a los altos aranceles y el Impuesto Especial al Consumo (SCT), que grava los automóviles en función del tamaño del motor.
Recientemente, Turquía aprobó aranceles adicionales del 40 % a los coches eléctricos chinos. Además, el SCT para coches nuevos con motores de menos de 1.6 litros comienza en el 45 % del valor del coche, siempre que el precio no supere los 5.600 dólares. Esto ha llevado a que modelos como el Mercedes-Benz Clase E con motor 1.5 litros se vendan por unos 128.000 euros al cambio.
Los turcos pagan el doble que en España por la berlina alemana y con un motor más pequeño. En España, el modelo arranca en un 2.0 litros y 204 CV. Anteriormente, los vehículos en Turquía pagaban impuestos por peso, pero ahora se gravan según el tamaño del motor. En 2020, el SCT subió del 60 % al 80 % para vehículos importados con motor de 1.6 litros. Los modelos eléctricos con más de 2.000 cc vieron sus impuestos subir del 100 % al 130 %, mientras que los coches del segmento alto saltaron del 160 % al 220 %.
El objetivo del Gobierno turco es potenciar su mercado doméstico y los coches fabricados en el país. Sin embargo, esto podría ser contraproducente, ya que los productores nacionales también dependen de productos importados. Por ello, Turquía es uno de los países donde es más caro comprar y mantener un coche.
Imagen: Motorpasión
