El alquiler con opción a compra es una fórmula que combina el arrendamiento de una vivienda con la posibilidad de adquirirla en el futuro. Este tipo de contrato ofrece ventajas tanto para el arrendatario como para el propietario. Tras un período de alquiler, el inquilino tiene el derecho de comprar la vivienda, descontando parte de lo pagado en alquiler del precio final de compra.
Uno de los primeros conceptos que pueden exigirte es la prima inicial, también conocida como señal o prima de opción. Aunque no es obligatorio, es común que el inquilino entregue una cantidad de dinero al propietario al inicio del contrato. Esta prima, que suele ser entre un 5% y un 10% del precio de venta, garantiza el interés del inquilino en la compra.
En muchos contratos, la renta mensual es más elevada que en un alquiler tradicional. Esto se debe a que una parte de las mensualidades se descuenta del precio final de compra. Por ejemplo, si el precio del inmueble es de 200.000 euros y pagas 800 euros al mes durante cinco años, podrías descontar 48.000 euros del precio de venta.
El cumplimiento del plazo de alquiler es otro aspecto importante. Este plazo, que suele ser de entre 2 y 5 años, debe cumplirse antes de ejercer el derecho a compra. Durante este tiempo, el inquilino puede vivir en la vivienda bajo condiciones de alquiler.
Además, el contrato debe especificar las condiciones de compra, como el precio de la vivienda y qué parte del alquiler se descontará del precio final. También se puede solicitar un certificado de delitos sexuales y otra documentación legal para asegurar la capacidad del inquilino de cumplir con los pagos.
El propietario puede exigir que el inquilino mantenga el inmueble en buen estado y, en algunos casos, realice reformas. Por último, es importante que el contrato estipule las penalizaciones por no ejercer la opción de compra, como la pérdida de la prima inicial.
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