Las relaciones entre Pyongyang y Seúl atraviesan un momento crítico. A principios de año, el líder norcoreano, Kim Jong-un, declaró a Corea del Sur como su «principal enemigo». Desde entonces, la situación ha escalado con amenazas y un refuerzo militar en la frontera.
En este contexto, dos elementos inesperados han emergido: globos cargados de basura y drones panfletarios. Aunque parecen triviales, han intensificado las tensiones entre ambos gobiernos. Recientemente, Corea del Norte lanzó una amenaza contundente tras detectar drones sobre su territorio, acusando a Corea del Sur de enviar folletos políticos incendiarios.
La hermana de Kim, Kim Yo-jong, advirtió que cualquier incursión aérea podría ser considerada un «ataque militar». Por su parte, Corea del Sur negó haber sobrevolado Pyongyang, pero el Estado Mayor Conjunto instó a la moderación.
Además de los drones, más de 5.500 globos con basura han sido enviados desde Corea del Norte a Corea del Sur, causando incendios y preocupaciones sobre su contenido. Seúl ha amenazado con tomar «acciones militares decisivas» si estos globos representan una amenaza.
La situación es aún más compleja, ya que activistas surcoreanos también han enviado globos a Corea del Norte con mensajes políticos y otros materiales. La tensión se agrava con el uso de altavoces por parte de Seúl para emitir propaganda, una táctica de guerra psicológica que se remonta a años atrás.
En un acto simbólico, Corea del Norte ha destruido partes de sus carreteras que conectan con el sur, enviando un mensaje claro. La escalada de tensiones entre ambas naciones continúa, con la guerra de globos y drones como telón de fondo.