En un mundo cada vez más productivo, tenemos más tiempo libre pero vivimos más agobiados. El virus de la velocidad ha infectado a todo el mundo, haciendo que la vida parezca cada vez más corta. La percepción del tiempo está relacionada con el metabolismo, y sabemos que envejecer y familiarizarnos con las experiencias diarias aceleran su paso. Sin embargo, existen estrategias psicológicas para ralentizar el tiempo, como seguir aprendiendo cosas nuevas, visitar lugares desconocidos y abrirnos a la improvisación y la espontaneidad. Estas acciones amplían nuestra percepción de la temporalidad y limitan el impacto del estrés en nuestra vida diaria.
Imagen: Rodolfo Barreto