El Starship de SpaceX, el megacohete de Elon Musk, ha completado una nueva prueba con importantes avances. En esta ocasión, el objetivo principal no era alcanzar la órbita, sino demostrar la capacidad del cohete para realizar una reentrada controlada. El cohete se elevó y se separó en dos partes: Starship, la etapa superior, y SuperHeavy, la base del cohete impulsada por 33 motores Raptor. SuperHeavy amerizó de forma controlada en el Golfo de México, mientras que Starship continuó su viaje, enfrentándose a la reentrada atmosférica.
Durante el descenso, Starship mostró signos de estrés térmico, pero logró encender sus motores y enviar datos de telemetría. Este éxito parcial es un gran avance para SpaceX, aunque aún quedan desafíos por superar. Las pruebas anteriores mostraron dificultades en la separación de etapas y en la reentrada, pero cada intento ha proporcionado valiosa información para futuras mejoras.
El objetivo final de SpaceX es que Starship sea una nave totalmente reutilizable, capaz de llevar a los astronautas de la misión Artemis 3 a la Luna en 2026. Además, Musk planea utilizar la nave para vuelos espaciales privados, incluyendo el transporte de turistas espaciales. Con una altura de 122 metros y el doble de potencia que el Space Launch System (SLS) de la NASA, Starship es el cohete más grande jamás construido. SpaceX sigue trabajando para perfeccionar esta impresionante nave y alcanzar nuevos hitos en la exploración espacial.
Imagen: spacex/aFP