El pasado 12 de julio, el cohete Falcon 9 de SpaceX sufrió una anomalía que impidió el despliegue de 23 satélites Starlink. Este incidente, tras más de 300 lanzamientos exitosos, llevó a la Administración Federal de Aviación (FAA) a abrir una investigación y a mantener el cohete en tierra. Aunque se temía un retraso en las misiones posteriores, la situación se resolvió rápidamente.
Quince días después de la detección del problema, SpaceX reanudó los lanzamientos del Falcon 9. Durante un fin de semana, el cohete despegó en tres ocasiones desde diferentes instalaciones en Florida y California, llevando a cabo misiones Starlink sin inconvenientes. Sin embargo, las misiones tripuladas, como Polaris Dawn y Crew-9, aún enfrentan retrasos debido a la necesidad de inspecciones adicionales.
La causa de la anomalía se debió a una fuga de oxígeno líquido provocada por una grieta en una conducción del sistema de oxígeno. Esta grieta fue resultado de la fatiga por vibraciones del motor y la holgura en la abrazadera. Aunque el motor funcionó correctamente, la fuga causó un enfriamiento excesivo que dañó componentes críticos, impidiendo el despliegue adecuado de los satélites.
Para solucionar el problema, SpaceX eliminó la conducción de oxígeno y el sensor relacionado, asegurando que el sistema de seguridad de vuelo no se viera afectado. Esta solución se aplicará también a la misión Crew-9, tras un análisis riguroso por parte de la FAA.
Imagen: SpaceX (1, 2)