Las dietas altas en proteínas han ganado popularidad por su capacidad para construir músculo y promover la saciedad, facilitando la pérdida de peso. Planes como la dieta Atkins o la Keto fomentan un consumo elevado de este nutriente esencial, ya sea a través de alimentos o suplementos como los batidos de proteínas. En los supermercados, es común encontrar productos enriquecidos con proteínas, desde galletas hasta café proteico.
Sin embargo, es importante considerar los posibles riesgos de consumir demasiadas proteínas. Aunque son esenciales para la estructura de los tejidos y deben obtenerse a través de la alimentación, su consumo excesivo puede tener efectos negativos. La proteína animal, en particular, puede aumentar la ingesta de grasas saturadas, lo que se asocia con un mayor riesgo de colesterol, obesidad y cáncer.
Además, algunas dietas altas en proteínas limitan tanto los carbohidratos que pueden faltar nutrientes y fibras esenciales, causando problemas como mal aliento, dolor de cabeza y estreñimiento. Según la Dra. María José Miró Echevarne, los productos altos en proteínas no son recomendables para personas con insuficiencia renal o hepática, gota o síndrome metabólico.
Para la persona promedio, las directrices de Harvard sugieren no superar los 2 gramos de proteína por kilo de peso corporal. Consumir dietas muy proteínicas puede aumentar el riesgo de cálculos renales y afectar el funcionamiento de los riñones en personas con enfermedad renal.
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