Las dietas altas en proteínas han ganado popularidad por su capacidad para construir músculo y ayudar en la pérdida de peso. Planes como la Atkins o la Keto promueven un consumo elevado de este nutriente esencial, ya sea a través de alimentos o suplementos. En los supermercados, es común encontrar productos enriquecidos con proteínas, desde galletas hasta café proteico.
Sin embargo, es importante considerar los riesgos de consumir demasiadas proteínas. Aunque son esenciales para las funciones celulares y la estructura de los tejidos, su ingesta debe situarse entre el 15% y el 35% de las calorías diarias, lo que equivale a 0,81-1 gramos por kilo de peso. Por ejemplo, una persona de 60 kg debería consumir entre 48 y 60 gramos de proteínas al día.
El consumo excesivo de proteínas, especialmente de origen animal, puede llevar a un aumento de grasas saturadas, elevando el riesgo de colesterol, obesidad y cáncer. Además, algunas dietas altas en proteínas limitan los carbohidratos, lo que puede causar deficiencias nutricionales y problemas como mal aliento, dolor de cabeza y estreñimiento.
Las personas con enfermedades renales o hepáticas, gota o síndrome metabólico deben tener especial cuidado. Según la Dra. María José Miró Echevarne, estas personas deben evitar grandes cantidades de proteínas y consultar a su médico. El consumo excesivo puede aumentar el riesgo de cálculos renales y afectar el funcionamiento de los riñones.
En resumen, aunque las dietas altas en proteínas tienen beneficios, es crucial no exceder los 2 gramos por kilo de peso para evitar problemas de salud.
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