El color de un río puede revelar mucho sobre su cuenca, la vida que alberga y su estado de salud. Cuando un río cambia de color, algo ha cambiado en su entorno, y a veces eso es una mala señal. Un estudio reciente en Alaska ha observado un significativo cambio en el color de sus ríos: se están oxidando. El causante del cambio sería el óxido, originado por la desaparición del permafrost.
El equipo examinó 75 localizaciones en un área equivalente al estado de Texas y comprobó cambios en la química y el aspecto de los ríos. Según Jon O’Donnell, coautor de la investigación, estos caudales naranjas pueden ser tóxicos y prevenir la migración de peces hacia sus lugares de desove.
Las pesquisas comenzaron en 2018, cuando O’Donnell notó el cambio en el color de uno de estos caudales. Acceder a estos ríos es complicado y requiere desplazarse en helicóptero. Sin embargo, el cambio puede percibirse también desde el espacio. Revisando imágenes satelitales antiguas, el equipo constató que algunos cambios visibles se remontaban al menos hasta 2008.
El análisis mostró aguas inusualmente ácidas con un pH de 2,3, mientras que lo usual en estos ríos es un pH de 8. Esto es consecuencia de la erosión de minerales sulfuros, resultando en condiciones acídicas y corrosivas que disuelven más metales en el agua. El equipo encontró trazas de hierro, zinc, níquel, cobre y cadmio en sus muestras.
No está claro qué está ocurriendo exactamente, aunque el equipo considera que el deshielo del permafrost podría estar detrás de estos cambios. Este terreno helado podría albergar minerales que, al derretirse, se liberan en las aguas del círculo polar durante el deshielo primaveral.
Imagen: Ken Hill / National Park Service