En los últimos días, tres estadounidenses han dado positivo por gripe A (H5N1), todos ellos trabajadores de granjas de vacas. El tercer paciente ha presentado síntomas respiratorios, lo que marca un cambio significativo. Esta cepa de gripe aviar, detectada por primera vez en 1996 en gansos de Cantón, China, ha causado la muerte de más de 250 millones de aves. La variante es altamente transmisible entre aves de corral y puede provocar enfermedades hemorrágicas con una mortalidad del 40%.
La preocupación entre los expertos ha aumentado debido a la naturaleza cambiante del virus y su impacto económico y potencial para afectar a los humanos. La OMS ha mantenido una postura tranquila, considerando que el riesgo general para la salud pública es bajo. Sin embargo, la comunidad científica se ha mostrado más cautelosa, especialmente después de la pandemia de COVID-19.
El caso del paciente de Texas, que se contagió a través de microgotas de leche, y el caso similar en Michigan, indican que la gripe aviar tiene dificultades para moverse entre humanos por los canales habituales. A pesar de esto, la falta de inversión en la monitorización de virus respiratorios sigue siendo una preocupación. Los tres casos en EE. UU. no cambian el análisis global, pero subrayan las limitaciones en la preparación para futuras pandemias.
Imagen: Gabriella Clare Marino