Desde hace unos meses, una idea sencilla se está viralizando en internet: meter el pan en la nevera. Sin embargo, esta práctica es una de las peores maneras de conservar el pan. Durante milenios, la humanidad ha horneado pan y, en muchos casos, era una manera excelente de tener un producto de larga duración. Pero hoy en día, la calidad del pan ha disminuido debido a los nuevos tipos de harina, la fermentación acelerada y los hornos eléctricos, lo que hace que el pan se enmohezca o se ponga duro más rápidamente.
Para conservar el pan adecuadamente, es esencial mantenerlo en un lugar seco, fresco y alejado de la luz. Las paneras o bolsas de tela son ideales, mientras que las bolsas de plástico deben evitarse ya que contribuyen a que el pan quede correoso y menos crujiente. Aunque la nevera puede parecer una opción lógica para mantener el pan fresco, en realidad, el frío acelera la recristalización de los almidones de la miga, alterando su textura y propiedades organolépticas.
En cambio, congelar el pan puede ser una mejor opción si se va a consumir tostado, ya que este proceso corta la recristalización y la pérdida de calidad es casi imperceptible. En resumen, si se va a consumir en crudo, lo mejor es conservar el pan a temperatura ambiente en un lugar fresco, seco y sin luz. Si se va a tostar, el congelador es un gran aliado. La nevera, por pura química, seguirá siendo uno de los grandes enemigos del pan.
