La conservación de los huevos es contraintuitiva, ya que varía de país a país. La cáscara del huevo actúa como barrera bacteriológica y está atravesada por poros que permiten el intercambio gaseoso. En países como Estados Unidos, los huevos se lavan y refrigeran, lo que aumenta su vida útil pero los hace más vulnerables a la contaminación. En España y la mayoría de países, los huevos se venden sin lavar ni refrigerar para mantener la cutícula protectora. Sin embargo, se recomienda refrigerarlos en casa, ya que la temperatura más estable es la del frigorífico y las bacterias proliferan menos en frío. Al llegar a casa, los huevos deben refrigerarse inmediatamente y nunca deben lavarse antes de guardarlos. Si están muy sucios, se pueden cepillar en seco. Los huevos agrietados deben desecharse para evitar la contaminación.
Imagen: Morgane Perraud