En el mundo no hay dos volcanes iguales, pero algunos comparten rasgos comunes. Sin embargo, el Ol Doinyo Lengai, ubicado en el norte de Tanzania, se destaca por su lava inusual. A diferencia de la lava viscosa e incandescente que asociamos a las erupciones, la lava de este volcán es negra y poco viscosa, pareciendo más agua mezclada con barro negro.
La singularidad de esta lava radica en su composición, rica en carbonatos y elementos alcalinos como calcio y sodio. Esto provoca que se funda a temperaturas mucho más bajas, entre 540º y 593º Celsius, en comparación con los más de 900º de los volcanes convencionales. Además, el magma del Ol Doinyo Lengai no alcanza la incandescencia, por lo que no emite luz.
Otro aspecto interesante es que la lava cambia de color no solo al solidificarse, sino también por procesos químicos posteriores. La combinación de calcio y dióxido de carbono forma calcita y otros minerales, que, al descomponerse, tiñen las faldas del volcán de blanco.
Este estratovolcán, conocido como La Montaña de Dios por los masais, se encuentra a 2.962 metros sobre el nivel del mar y ha tenido seis erupciones en este siglo, manteniéndose en erupción constante desde abril de 2017. Situado en el Valle del Rift, el volcán ha sido objeto de numerosos estudios científicos. Recientemente, se observó que había menguado a razón de 3,6 centímetros al año.
Un estudio de 2009 reveló que la lava carbónica del Ol Doinyo Lengai proviene del manto terrestre, similar a lo que ocurre en las dorsales oceánicas. Esto demuestra que, a pesar de su singularidad, la concentración de materiales carbónicos es comparable a otros lugares de la Tierra.
Imagen: Clem23
