La reciente subida de precios de Netflix en España, que alcanza hasta un 27% en su plan con anuncios, plantea interrogantes sobre su estrategia. A pesar de la competencia en el streaming, Netflix parece estar jugando un juego diferente. La clave radica en que el streaming aún no ha alcanzado su techo de elasticidad precio-demanda. Esto significa que Netflix puede seguir aumentando precios sin perder demasiados suscriptores.
El servicio se ha convertido en un hábito de consumo tan arraigado que abandonarlo resulta más incómodo que pagar un poco más. Netflix ha decidido cambiar su enfoque, alejándose de las series de consumo rápido, y los Emmy le están dando la razón. Al igual que Amazon Prime, que también ha incrementado sus precios, Netflix ha demostrado que los usuarios, aunque se quejen, no cancelan sus suscripciones en masa.
La estrategia de Netflix incluye mantener a los usuarios enganchados con un catálogo rotativo de películas y series, creando una experiencia de visualización adictiva. Su algoritmo de recomendaciones y la producción de contenido viral son elementos clave en esta estrategia. Además, la introducción de un plan con anuncios más barato coincide con el aumento de precios en otros planes, lo que permite a Netflix seguir generando ingresos publicitarios.
Netflix tiene una posición única como líder del mercado, lo que le permite dictar las reglas del juego. Mientras continúe ofreciendo contenido atractivo, es probable que los usuarios sigan aceptando los aumentos de precios, aunque refunfuñen al respecto. La compañía ha demostrado entender la psicología del consumidor moderno, lo que le otorga una ventaja competitiva en el sector del streaming.
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