La obsesión por un estilo de vida saludable ha llevado a muchas personas a controlar aspectos de su salud que antes eran exclusivos de atletas de élite o personas con condiciones médicas. Más allá de contar pasos, ahora se busca conocer el VO2 max, la frecuencia cardíaca y los ciclos de sueño. Sin embargo, la métrica de moda es el nivel de azúcar en sangre.
Estrellas de Hollywood, influencers y atletas de élite están promoviendo el uso de sensores que monitorizan la glucosa de forma constante. Estos dispositivos, conocidos como monitores continuos de glucosa (MCG), se colocan en la piel y miden la glucosa en el líquido intersticial. Los datos se envían a una app en el móvil, ofreciendo un control en tiempo real.
Originalmente diseñados para diabéticos, los MCG han revolucionado el mercado, valorado en miles de millones de dólares. Empresas como Zoe y Nutrisense comercializan estos monitores como complementos de tendencia. El Freestyle Libre de Abbott, lanzado en 2015, fue uno de los primeros en popularizarse.
En personas con diabetes, los MCG evitan pinchazos y ofrecen alertas en caso de hipo o hiperglucemia. Pero, ¿qué sentido tienen en personas sanas? La glucosa se ha convertido en una nueva obsesión nutricional. Controlar los niveles de azúcar puede prevenir la prediabetes y la diabetes tipo 2, pero también puede generar ansiedad.
Gurús como Justin Richard y Jessie Inchauspé, conocida como Glucose Goddess, han popularizado el uso de MCG en redes sociales. Inchauspé, bioquímica, encontró relación entre sus picos de glucosa y problemas de salud mental. Su método incluye hacks como tomar vinagre antes de las comidas para reducir los picos de glucosa.
Deportistas de élite también están utilizando MCG para mejorar su rendimiento. La nutricionista Beatriz Larrea considera que estos monitores son útiles para prevenir la resistencia a la insulina. Estudios de la Universidad de Stanford han mostrado que algunas personas sanas regulan mal la glucosa sin saberlo.
Sin embargo, no todos los expertos están de acuerdo. Robert H. Shmerling de Harvard Health y la periodista Mary Chris Jaklevic creen que los MCG son más útiles para la curiosidad personal que para mejorar significativamente la salud.
Imagen: Business Insider