El mapa geopolítico del mercado de los vehículos eléctricos se ha definido claramente. Por un lado, Europa y Estados Unidos imponen aranceles para frenar la expansión asiática. Por otro, China se enfrenta a todos. En este contexto, México se encuentra en una posición incierta. El país se había convertido en una «fábrica americana» para China, pero ahora su futuro es incierto.
El año pasado, México se consolidó como el segundo mayor receptor de automóviles chinos, con 260.000 vehículos. Además, se convirtió en un punto estratégico para los asiáticos, facilitando el acceso al mercado latinoamericano y estadounidense. La industria automotriz china contribuyó significativamente al PIB mexicano y generó millones de empleos.
Sin embargo, la situación ha cambiado. Estados Unidos, bajo la administración de Biden, ha mantenido y aumentado los aranceles a China, afectando a sectores clave como los vehículos eléctricos. China ha intentado esquivar estos aranceles desviando sus mercancías a México, pero esto ha generado tensiones con Washington.
Los fabricantes chinos podrían evitar los aranceles estadounidenses estableciendo plantas en México, siempre que cumplan con las reglas de producción local. Sin embargo, el gobierno mexicano, presionado por Estados Unidos, ha mostrado reticencias a ofrecer incentivos a los fabricantes chinos.
Europa también ha tomado medidas similares, imponiendo aranceles a los vehículos eléctricos chinos. Esto coloca a México en una encrucijada, ya que debe decidir entre favorecer a China o mantener buenas relaciones con Estados Unidos.
Mientras tanto, China advierte sobre las posibles repercusiones para quienes se opongan a su expansión. La situación es compleja y México debe tomar una decisión que afectará su economía y sus relaciones internacionales.
Imagen: Huawei, Christian Frausto Bernal