Entre 2017 y 2021, Marruecos llevó a cabo al menos 121 operaciones de siembra de nubes. Este país ha decidido invertir más de 10 millones de euros al año en «fertilizar las nubes» utilizando yoduro de plata y cloruro de sodio. Sin embargo, esta tecnología es experimental y poco fiable, lo que ha generado preocupación en Murcia.
Los agricultores murcianos están inquietos por las posibles consecuencias de estas operaciones, especialmente en un contexto de sequía persistente. La siembra de nubes no consiste en crear nubes artificialmente, sino en mejorar su capacidad para producir lluvia o nieve. Esto se logra mediante el uso de catalizadores que permiten que las gotas de agua se fusionen y caigan al suelo.
A pesar de que la técnica podría teóricamente beneficiar a Marruecos, su efectividad es cuestionable. La siembra de nubes requiere un despliegue técnico costoso y sus resultados son relativamente pobres. Además, los ríos de humedad que atraviesan Marruecos hacia España son escasos y no representan una parte significativa de los recursos hídricos españoles.
La falta de transparencia en las operaciones de Marruecos ha generado inquietud entre los agricultores. Juan de Dios Hernández, presidente de Asaja, ha señalado la necesidad de estar atentos a estas prácticas científicas que se realizan con secretismo. La ausencia de legislación internacional adecuada para regular estas tecnologías de geoingeniería plantea un desafío importante.
En conclusión, aunque la siembra de nubes puede parecer una solución innovadora, su implementación y efectos son inciertos. La cooperación internacional será crucial para abordar los desafíos que surgen de estas tecnologías emergentes.
Imagen: Copernicus EU