Las obligaciones laborales y personales limitan el tiempo disponible para cocinar. Además, las altas temperaturas pueden disminuir tanto el apetito como las ganas de pasar tiempo en la cocina. Esto resulta en preparaciones menos elaboradas de las comidas.
Es importante destacar que el tiempo de preparación no tiene por qué afectar la calidad nutricional de los platos. Sin embargo, el problema surge cuando se opta con frecuencia por alternativas precocinadas disponibles en supermercados. Los alimentos ultraprocesados (UPF) son aquellos listos para consumir, elaborados con ingredientes y aditivos artificiales.
Aunque los alimentos precocinados pueden parecer una solución práctica, no deberían formar parte de una dieta saludable. En muchos casos, el etiquetado no especifica la calidad de los ingredientes. Por ejemplo, una lasaña puede contener carne, pero no se detalla su origen ni proporción.
Además, la proporción del ingrediente principal suele ser baja en comparación con otros de escaso valor nutricional. Los ultraprocesados pierden nutrientes debido a las altas temperaturas de preparación, reduciendo su valor nutritivo. También, su aporte calórico es mayor y suelen tener un alto contenido de grasas, aditivos y sales, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Para llevar una dieta equilibrada, es fundamental organizar los hábitos alimentarios según el estilo de vida. La alimentación saludable debe incluir comidas variadas de los principales grupos de alimentos, como frutas, verduras, cereales integrales, lácteos bajos en grasa, proteínas magras, frutos secos y grasas saludables. Cada persona tiene necesidades específicas, por lo que se recomienda consultar a un especialista antes de realizar cambios en la dieta.
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