Hace casi cuatro décadas que se produjo la catástrofe de la central nuclear de Chernobyl y, a día de hoy se siguen viendo las consecuencias de aquella tragedia. Los efectos a largo plazo de la flora y la fauna se están empezando a contrastar. Los perros y los lobos que se quedaron en esta zona radiactiva y que se encuentran vagando por la ciudad y sus inmediaciones están, literalmente, mutando. Un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton ha descubierto que el sistema inmunológico de los lobos de la zona de exclusión se ha visto genéticamente alterado, gracias a lo que han podido desarrollar una inusual resistencia al cáncer. Este hallazgo podría ser muy importante en los próximos años.
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