Los gatos domésticos, tanto en libertad como callejeros, representan una amenaza para la biodiversidad. Según un estudio, estos felinos comen más de 2.000 especies, incluyendo aves, reptiles, mamíferos, insectos e incluso animales en peligro de extinción. Su impacto en el ecosistema es mayor que los cambios climáticos o los problemas ecológicos. Es necesario tomar medidas para gestionar esta situación y evitar que los gatos se conviertan en especies invasoras. La ciencia animal debe analizar los mecanismos de intervención más efectivos. La biodiversidad no tiene segundas oportunidades.