El descubrimiento de microplásticos en una cueva aislada cerrada al público desde 1993 subraya la omnipresencia de la contaminación plástica. La producción de plásticos ha crecido exponencialmente en los últimos 70 años, afectando gravemente a los mares y a los seres vivos que los habitan, incluidos los cetáceos. Los investigadores están especialmente preocupados por las ballenas picudas o zífidos, una de las especies más aisladas del planeta.
Un estudio de la Royal Society Open Science identificó 14 amenazas para estos cetáceos, clasificándolas según su impacto: desde riesgos desconocidos hasta amenazas graves que causan mortalidad. Entre las amenazas se encuentran el cambio climático, la caza, perturbaciones acústicas, contaminación por plásticos y choques con buques. Los zífidos, que habitan en aguas profundas, son especialmente vulnerables debido a su hábitat poco conocido.
Las consecuencias de estas amenazas son alarmantes. Los choques con buques y las actividades pesqueras han causado la muerte de varias especies de zífidos. La contaminación por plásticos es otra amenaza grave; en 16 especies de zífidos se han encontrado microplásticos, relacionados con inanición, inflamación interna y deficiencias nutricionales. Además, la ingesta de microplásticos expone a estos cetáceos a otros contaminantes.
El estudio también señala riesgos futuros, como la disminución de la resiliencia biológica y la endogamia debido a pequeños grupos de población. La directora del estudio, Laura Freyer, advierte que ninguna especie es inmune a los impactos antropogénicos, independientemente de su lejanía o rareza. La situación de los zífidos sirve como advertencia de que el impacto humano afecta incluso a las especies más remotas.
Imagen: Xataka