La vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca (Vaxzevria) ha sido retirada de la comercialización en la Unión Europea debido a un excedente de vacunas disponibles y una disminución de la demanda. Aunque la decisión fue tomada por la propia farmacéutica hace dos meses, ha generado controversia debido a la coincidencia temporal con la polémica sobre los casos de trombosis relacionados con la vacuna.
La falta de competitividad en el mercado de vacunas del COVID-19 y la falta de actualización de la vacuna a los tipos más prevalentes han llevado a AstraZeneca a dejar de fabricar y comercializar la vacuna. Esta decisión no es común en la industria farmacéutica, pero en este caso se ha solicitado debido a la falta de demanda y a la finalización de los contratos de suministro en Europa y el Reino Unido.
La retirada de la autorización de la vacuna tiene explicaciones razonables y verosímiles, al igual que su uso en su momento. Es importante que los juicios en curso y el adecuado trato a las personas afectadas sean garantías para aprender de los procesos y mejorar en el futuro.
En un contexto de pandemia, es necesario fiscalizar y regular el mundo farmacológico para evitar abusos y garantizar la transparencia. Las autoridades deben ser proactivas en esta tarea, reparando el daño y tranquilizando a aquellos que temen por su salud. Sin embargo, también es importante proteger la imagen pública de las vacunas y la ciencia médica de grupos que buscan minar su credibilidad.
La pandemia del COVID-19 no será la última a la que nos enfrentemos, por lo que es necesario implementar cambios legales y regulatorios para mejorar el sistema de salud. Aunque se hayan cometido errores y ilegalidades, es importante proteger la verdad y no perjudicar a aquellos que han sufrido las consecuencias.
Imagen: Mufid Majnun