La Unión Europea ha decidido tomar medidas drásticas contra los microplásticos, elementos que han estado presentes en nuestra vida cotidiana durante décadas. Su objetivo es restringir el uso de productos que contienen estas partículas contaminantes, como la purpurina, ciertos cosméticos y, especialmente, el material de relleno granular utilizado en pistas deportivas.
La estrategia de Bruselas es clara: busca reducir la liberación de cerca de medio millón de toneladas de microplásticos al medio ambiente. Estos fragmentos, que son polímeros sintéticos de menos de cinco milímetros, se añaden intencionadamente a muchos productos. La UE ha identificado que el material de relleno en superficies deportivas artificiales es una de las principales fuentes de emisión de microplásticos.
Las nuevas restricciones no se aplicarán de inmediato. La prohibición de venta del material de relleno se implementará en un plazo de ocho años, permitiendo así a administraciones y propietarios buscar alternativas. Se estima que la implementación de estas medidas costará alrededor de 19.000 millones de euros en las próximas dos décadas, aunque las autoridades consideran que los beneficios medioambientales superan estos costes.
En España, hay más de 10.000 campos de fútbol de césped artificial, muchos de los cuales utilizan rellenos de caucho reciclado. La búsqueda de alternativas sostenibles es un desafío, ya que se requieren materiales que sean de más de cinco milímetros y que no contaminen el medio ambiente. Algunas propuestas incluyen el uso de materiales naturales como el corcho o la madera triturada.
El debate sobre los microplásticos y su impacto en el deporte no es nuevo. La decisión de la UE de establecer restricciones concretas y un calendario a medio plazo es un paso significativo en la lucha contra la contaminación por microplásticos. Sin embargo, también plantea importantes desafíos para la industria y el deporte en general.
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