La expedición de Franklin de 1845 se convirtió en una de las mayores tragedias de la exploración ártica. Partiendo de Gran Bretaña, los barcos HMS Erebus y HMS Terror zarpaban con 129 hombres bajo el mando de Sir John Franklin. A pesar de contar con recursos y experiencia, la expedición se tornó en un misterio inquietante cuando los barcos desaparecieron en el Ártico canadiense.
Las primeras señales de problemas llegaron cuando, tras meses de búsqueda, se encontraron relatos perturbadores de los inuit que hablaban de canibalismo entre los supervivientes. John Rae, un explorador escocés, documentó que los cuerpos de los marineros habían sido mutilados, sugiriendo que la desesperación había llevado a la tripulación a recurrir a este último recurso para sobrevivir.
En 1859, se halló la Nota de Victory Point, que reveló que la expedición había pasado varios inviernos atrapada en el hielo. La nota, escrita por los oficiales Francis Crozier y James Fitzjames, indicaba que tras abandonar los barcos, los 105 supervivientes intentaron llegar al río Back, pero muchos murieron en el intento.
Recientemente, un estudio de ADN ha confirmado que el capitán Fitzjames fue víctima del canibalismo tras su muerte, lo que añade una capa más de tragedia a esta historia. A pesar de la incredulidad de la sociedad victoriana, los relatos de los inuit han sido corroborados por hallazgos arqueológicos que muestran marcas de cortes en los huesos de los marineros.
La historia de la expedición de Franklin sigue siendo un enigma, pero cada nuevo descubrimiento acerca de sus últimos días nos acerca más a entender la desesperación y el horror que vivieron en el gélido Ártico.