En 1906, Alois Alzheimer presentó el caso de Auguste Deter, la primera paciente conocida de la enfermedad que llevaría su nombre. Más de 100 años después, los investigadores confirmaron la relación entre la inflamación y el Alzheimer. Ahora, un equipo de la Universidad de Wisconsin ha descubierto el mecanismo: cambios en el microbioma intestinal desencadenan una inflamación generalizada que afecta la barrera hematencefálica y promueve la neuroinflamación y la neurodegeneración. Estudios observacionales han demostrado que niveles altos de calproctina fecal, un marcador de inflamación en el intestino delgado, están relacionados con el Alzheimer. Esto abre la puerta a la posibilidad de desarrollar una vacuna contra el Alzheimer. Los avances en esta línea de investigación son emocionantes y prometen cambiar las reglas del juego en la lucha contra esta enfermedad neurodegenerativa.
Imagen: Kunstakademiets Designskole
