La nueva carrera espacial está avanzando a velocidad vertiginosa, con países como China, India y Japón liderando junto a SpaceX. El horizonte de la humanidad incluye volver a la Luna, pisar Marte y construir redes de satélites. Sin embargo, estos avances tienen un coste en términos de contaminación. Actualmente, las emisiones de carbono de los lanzamientos espaciales son comparables a las de la aviación mundial, pero se espera que aumenten significativamente.
El uso del combustible RP-1, similar al queroseno, es una preocupación debido a sus emisiones de CO2, hollín y dióxido de aluminio. Aunque los cohetes reutilizables ayudan a reducir la basura espacial, las emisiones siguen siendo un problema. En 2019, se estimó que se inyectaban 11.000 toneladas de residuos a la atmósfera cada año, cifra que ha aumentado.
Para mitigar este impacto, algunas empresas están experimentando con combustibles alternativos como el propano, que podría reducir las emisiones de CO2 hasta en un 96%. Además, se están desarrollando tecnologías para limpiar la basura espacial, como satélites que despliegan velas para descomponerse en la atmósfera.
La Agencia Espacial Europea (ESA) está trabajando en soluciones para minimizar el impacto ambiental de la exploración espacial. Es crucial que la industria espacial adopte medidas ecológicas para alinearse con los esfuerzos globales de sostenibilidad.
Imagen: Xataka