Hace 30 años, Bill Clinton aprobó la Ley de Asistencia de las Comunicaciones para la Aplicación de la Ley (CALEA), que obligaba a las empresas de telecomunicaciones a integrar puertas traseras. Aunque inicialmente se centró en las llamadas telefónicas, su alcance se amplió a las comunicaciones por internet. Esta medida, diseñada para ayudar al FBI a perseguir criminales, ha resultado en un grave compromiso de la seguridad nacional de EE.UU. frente a amenazas como el espionaje chino.
Recientemente, el Wall Street Journal reveló que estas puertas traseras han permitido a atacantes chinos acceder a la red de EE.UU. sin necesidad de hackear, aprovechando vulnerabilidades creadas por la propia ley. Expertos en seguridad, como Bruce Schneier, advierten que la dicotomía entre seguridad y privacidad es engañosa; en realidad, se trata de libertad frente a control.
La Electronic Frontier Foundation y otros especialistas han alertado sobre los riesgos de crear puertas traseras, que comprometen la seguridad de todos. Riana Pfefferkorn, experta en cifrado, enfatiza que este sistema no protege, sino que pone en peligro a los usuarios.
La solución propuesta es adoptar sistemas de comunicación cifrados. Sin embargo, muchos países, incluida España, continúan intentando debilitar el cifrado. La reciente discusión en el Consejo de Europa sobre el Chat Control 2.0 busca implementar puertas traseras en aplicaciones de mensajería para combatir el abuso infantil, un enfoque que podría replicar los errores de CALEA.
Los expertos coinciden en que estas medidas son peligrosas, pero los gobiernos parecen decididos a seguir adelante. Este caso debería servir como una lección para Europa y otros países sobre los riesgos de comprometer la privacidad en nombre de la seguridad.
Imagen: Bernd Dittrich