Durante la Segunda Guerra Mundial, Tsutomu Yamaguchi tuvo la increíble experiencia de presenciar las explosiones de las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Como empleado de Mitsubishi, Yamaguchi estaba en Hiroshima por negocios cuando ocurrió la primera explosión. Tres días después, regresó a Nagasaki, su ciudad natal, solo para presenciar la segunda explosión. A pesar de estar en el epicentro de ambas explosiones, Yamaguchi sobrevivió y vivió una vida relativamente normal. Aunque se convirtió en un hibakusha, una persona afectada por la radiación, Yamaguchi no sufrió las mismas consecuencias físicas que muchos otros sobrevivientes. Continuó trabajando, se casó y tuvo hijos. Solo en los últimos años de su vida experimentó problemas relacionados con la radiación. La historia de Yamaguchi es única, ya que es el único individuo reconocido por el gobierno japonés como el único superviviente de las dos bombas atómicas. Su historia es un testimonio del poder destructivo de las armas nucleares y de los efectos duraderos que tienen en las personas y en la sociedad. Aunque Yamaguchi tuvo suerte de sobrevivir sin graves consecuencias, la mayoría de los afectados por las bombas atómicas sufrieron deformidades físicas y discriminación social. La historia de Yamaguchi es un recordatorio de los horrores de la guerra y la importancia de trabajar hacia un mundo libre de armas nucleares.