Luis, un apasionado del videojuego retro, ha construido su propio museo en casa con una colección de veintidós consolas y entre 250 y 300 juegos. Su pasión por los videojuegos se detiene en los 16 bits, y su colección se centra en consolas como la Mega Drive y la Super Nintendo. Aunque los precios de los juegos retro han aumentado en los últimos años, Luis ha logrado construir su colección aprovechando chollos en tiendas de segunda mano y regalos de amigos y familiares. Estima que ha gastado entre 2.000 y 3.000 euros en su colección. Luis ha creado una sala dedicada a su colección, con muebles hechos por él mismo y con interruptores integrados para encender y apagar las consolas. Además, ha impreso soportes para juegos y consolas portátiles con su impresora 3D. Aunque dedica poco tiempo a jugar, la colección le ha permitido descubrir juegos que no pudo jugar en su momento y valorar otros que no apreciaba antes. Para él, esta colección es una forma de mantenerse alejado de la era actual de las pantallas y disfrutar de la nostalgia de los años 80 y 90. Sin embargo, mantiene su colección en secreto para sus alumnos, ya que les anima a alejarse de las pantallas y explorar otras actividades. Para Luis, su colección es más que un hobby, es un proceso creativo y artesanal que le apasiona.