Un nuevo estudio revela que las partes de tierra apisonada de la Gran Muralla China están protegidas por una ‘piel viva’ de biocostra, formada por plantas sin raíces y microorganismos. Estas biocostras aumentan la estabilidad y resistencia del monumento, reduciendo la erosión y la salinidad del suelo. Además, actúan como una capa anti-infiltración y producen sustancias que unen las partículas del suelo. Aunque las biocostras son vulnerables al cambio climático, se espera que puedan adaptarse a futuros fenómenos extremos. El estudio sugiere que se podría cultivar biocostra para preservar otros sitios patrimoniales de tierra apisonada.
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