El aire acondicionado ha sido una necesidad a lo largo de la historia para combatir el calor. Las civilizaciones antiguas desarrollaron diversas técnicas para enfriar sus espacios. Los chinos usaban ventiladores, los romanos comían nieve y los árabes construían canales en sus villas. Sin embargo, los persas fueron pioneros con los ‘cazadores de viento’, estructuras que permitían enfriar habitaciones de manera eficiente, logrando diferencias de hasta 16º con la temperatura exterior.
Estas torres de viento, con más de 1.500 años de antigüedad, recolectaban el viento a través de aperturas unidireccionales, bidireccionales o multidireccionales. Su diseño optimizado permitía la separación del flujo de aire, evitando la entrada de arena y enfermedades. El aire frío captado se desplazaba hacia el interior, expulsando el aire caliente gracias al efecto chimenea.
Además, los persas desarrollaron los qanats, sistemas de irrigación subterránea que, combinados con los cazadores de viento, mejoraban la ventilación natural. Este sistema permitía una ventilación eficiente y sostenible, reduciendo la temperatura interior y el consumo energético.
En la actualidad, algunas construcciones modernas están redescubriendo estos métodos antiguos para reducir la huella de carbono. Edificios en Irán, Egipto, Qatar y Europa están implementando sistemas similares, demostrando que las soluciones del pasado pueden ser relevantes en la lucha contra el cambio climático.
Imagen: Rαge, Bernard Gagnon, Sky2105