China se ha consolidado como una gran potencia pesquera, controlando aproximadamente el 32% de la producción pesquera mundial, según la FAO. En 2021, el país asiático produjo 62,24 millones de toneladas de pescado, superando a Indonesia e India en el ranking global. Sin embargo, su influencia va más allá de sus aguas nacionales, extendiéndose a caladeros de Sudamérica, África y el Pacífico.
Una investigación de The Outlaw Ocean revela que China utiliza tácticas de abanderamiento para acceder a aguas territoriales de otros países. Esto implica registrar barcos bajo banderas extranjeras, lo que les permite pescar en zonas donde no tendrían acceso. Por ejemplo, la China National Fisheries Corporation (CNFC) ha obtenido licencias para operar en aguas argentinas a través de empresas fachada.
Este método ha generado controversia, ya que, aunque puede ser legal, evade regulaciones locales y compromisos de sostenibilidad. En África, se estima que el 95% de la flota de arrastre de Ghana está vinculada a China. Además, la mayoría de los barcos que operan en aguas de otros países están asociados con prácticas cuestionables, como evasión fiscal y sobrepesca.
La estrategia de abanderamiento permite a China continuar su expansión pesquera sin enfrentar las restricciones que se aplican a sus embarcaciones. Sin embargo, esto plantea serias preocupaciones sobre la soberanía de los países afectados y la seguridad alimentaria de sus poblaciones. A medida que la presión internacional aumenta, la comunidad global debe considerar cómo abordar estas prácticas y proteger sus recursos marinos.
Imagen: Takashi Hososhima (Flickr)