Jeff Bezos, al igual que otros magnates de la tecnología, creció leyendo obras de ciencia ficción y es un reconocido trekkie. Sin embargo, su motivación para fundar Blue Origin se remonta al 16 de julio de 1969, cuando vio en directo el lanzamiento de la misión Apolo 11 a la Luna. Cuatro días después, Neil Armstrong se convertiría en la primera persona en pisar la superficie lunar.
La misión Apolo 11 despegó a bordo de un poderoso cohete Saturno V de la NASA, cuya primera etapa tenía cinco grandes motores F-1. Estos motores generaban un empuje de 6,7 millones de newtons cada uno, suficiente para elevar el cohete de 2.800 toneladas hasta una altitud de 67 kilómetros. Con el combustible agotado, la primera etapa caería en el océano Atlántico, donde se hundiría sin ser recuperada.
En 2012, Jeff Bezos, ya convertido en una de las personas más ricas del mundo, financió el rescate de los motores F-1 que habían lanzado las misiones Apolo. A través de su fondo Bezos Expeditions, puso en marcha el F-1 Engine Recovery Project. Tras tres semanas complicadas en alta mar, en marzo de 2013, el equipo logró sacar varios componentes de los motores de la misión Apolo 11 del fondo del océano Atlántico, a una profundidad de 4.300 metros.
Entre los componentes recuperados había cámaras de empuje, generadores de gas, inyectores y otros elementos. Aunque no estaban en estado prístino, eran los auténticos motores que nos llevaron a la Luna. Los artefactos recuperados se han exhibido en numerosos museos, pero Bezos se quedó con algún souvenir. En una urna del salón de su mansión de Washington D. C. hay parte de un motor de Apolo 11, algo de lo que solo Jeff Bezos puede presumir.
Imagen: Xataka
