La caza de ballenas, una práctica que muchos consideran del pasado, sigue vigente en algunos países como Noruega, Islandia y Japón. En España también se cazaron ballenas en el pasado, aunque el consumo de su carne no era común. Japón, sin embargo, no solo continúa con esta práctica, sino que ha lanzado un nuevo ballenero equipado con drones y gran autonomía.
En 1946, se estableció la ‘Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas’ con el objetivo de proteger a estas especies. Aunque llegó a tener 88 firmantes, algunos países han seguido cazando ballenas. Japón, por ejemplo, se retiró del acuerdo en 2019 para reanudar la caza comercial.
Kyodo Senpaku, una de las empresas más importantes en este sector, ha lanzado el Kangei Maru, un barco de 9.300 toneladas y 112,6 metros de longitud. Este nuevo ballenero puede transportar ballenas de hasta 70 toneladas y está equipado para procesarlas a bordo. Además, cuenta con drones que amplían su capacidad de caza a larga distancia.
El Kangei Maru ha sido financiado en parte por subsidios, lo que ha generado polémica. Japón realiza expediciones en la Antártida para recolectar información, a pesar de la oposición de países como Australia y Nueva Zelanda. El barco puede estar en alta mar durante 60 días y almacenar hasta 600 toneladas de carne.
Los activistas están decididos a detener estas actividades. Varias organizaciones buscan limitar los movimientos del Kangei Maru utilizando otros buques y plataformas de información. Hideki Tokoro, presidente de Kyodo, defiende la caza de ballenas como una necesidad para mantener el equilibrio del ecosistema.
El Centro de Conservación Cetacea argumenta que las ballenas juegan un papel crucial en el cambio climático, ya que sus cuerpos almacenan CO2 y sus heces fertilizan el océano. A pesar de la defensa cultural de Japón, el consumo de carne de ballena ha disminuido significativamente, con un mercado en mínimos históricos.