Para redistribuir la riqueza y reducir la brecha de desigualdad económica, se propone un impuesto mínimo del 2% sobre la fortuna de los multimillonarios del mundo. Esta medida permitiría recaudar 291.000 millones de euros al año, que podrían destinarse a combatir la pobreza, la desigualdad y el cambio climático. Brasil, Alemania, Sudáfrica y España apoyan esta iniciativa y solicitan que más países se sumen a la campaña. Además, se destaca que este impuesto ayudaría a resolver la regresividad en la distribución de impuestos y evitaría una guerra fiscal entre naciones.
El economista Gabriel Zucman diferencia este impuesto a la riqueza del impuesto a la renta, argumentando que es más claro y viable, ya que existen datos sobre el valor de las empresas propiedad de los superricos. Además, destaca que una coalición de acuerdos podría impulsar esta medida sin necesidad de un consenso global. Actualmente, se están discutiendo los detalles técnicos de este plan y se espera que sea debatido por el G20 en junio.
Un informe de Oxfam revela que la pandemia ha enriquecido aún más a los multimillonarios, mientras que un estudio del Banco Mundial muestra que ha frenado la reducción de la pobreza. Ante esta situación, ministros de Alemania, España, Brasil y Sudáfrica afirman que este impuesto es necesario para complementar las negociaciones sobre la tributación de la economía digital y el impuesto corporativo mínimo para las multinacionales. La población también apoya esta medida, con encuestas que indican que el 80% de los votantes está a favor del impuesto a los superricos.
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