El envejecimiento es un proceso natural, pero ciertos hábitos comunes pueden acelerarlo. Dormir poco, fumar, llevar una vida sedentaria, abusar de la comida basura y vivir dominado por el estrés son factores que contribuyen a un envejecimiento prematuro.
Descansar bien es crucial para la reparación del cuerpo. No dormir entre 7 y 8 horas diarias compromete tu estado físico y mental, debilitando el sistema inmunológico y reduciendo el rendimiento cognitivo. Estudios indican que la calidad del sueño puede ser el factor más importante en la esperanza de vida.
Fumar acelera el envejecimiento al dañar las proteínas de colágeno y elastina de la piel. Además, acorta fragmentos de ADN, lo que acelera la vejez del organismo. No haber fumado nunca reduce el riesgo de muerte en un 29%.
El ejercicio es vital para alargar la vida. Mantenerse activo en la vejez asigna energía a procesos fisiológicos que ralentizan el deterioro. Cada hora adicional de sedentarismo aumenta el riesgo de problemas de salud en un 3%.
Abusar de la comida basura, rica en azúcares y grasas malas, incrementa el riesgo de enfermedades graves y envejece la piel. La comida chatarra también daña el cerebro y se asocia con un aumento del 14% en la mortalidad por todas las causas.
El estrés crónico acelera el envejecimiento inmunológico, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas. Sin embargo, el estrés de corta duración puede revertir los signos del envejecimiento biológico.
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