Desde que Europa anunció aranceles de hasta un 38,1% a los coches procedentes de China, las marcas asiáticas han comenzado a instalar fábricas en suelo europeo. Esta estrategia busca esquivar el gravamen y evitar que los vehículos eléctricos chinos se encarezcan miles de euros para los consumidores.
La Comisión Europea aún no ha decidido cómo se aplicarán los nuevos aranceles a las empresas conjuntas. Mientras tanto, China ha iniciado una investigación de represalia sobre el supuesto dumping de productos porcinos de la UE. Chery, por ejemplo, ha anunciado su instalación en las antiguas fábricas de Nissan en Barcelona, ensamblando coches a partir de kits parcialmente desmontados para evitar los aranceles.
Otros fabricantes chinos como Leapmotor, BYD y Zeekr también están estableciendo plantas en Europa. Esta localización de la producción puede atraer a fabricantes de repuestos, beneficiando a la región. Sin embargo, la llegada de estos fabricantes supone un riesgo para los gigantes automovilísticos europeos, que deben adaptarse al débil crecimiento de las ventas mundiales.
Europa necesita coches eléctricos baratos para cumplir su objetivo de eliminar las ventas de coches de combustión en 2035. Los fabricantes chinos buscan soluciones a los aranceles europeos para no sacrificar beneficios ni hacer sufrir a sus clientes. La autoridad antimonopolio italiana ya ha multado a DR Automobiles por etiquetar ilegalmente coches chinos como de fabricación italiana, lo que muestra la vigilancia de los gobiernos europeos.
A pesar de estos desafíos, los fabricantes chinos siguen decididos a expandirse en Europa, adquiriendo plantas que los fabricantes locales quieran cerrar o vender. Siempre encuentran la manera de sortear problemas y alcanzar sus objetivos.
Imagen: Business Insider