Estados Unidos ha acusado a China de espionaje tecnológico durante décadas, con pérdidas anuales estimadas entre 200.000 y 600.000 millones de dólares, según el National Counterintelligence and Security Center (NCSC). Esta situación ha generado una creciente preocupación en el gobierno estadounidense, especialmente en el contexto del desarrollo de la inteligencia artificial (IA).
El espionaje chino, que incluye el uso de trabajadores espía para robar información confidencial, ha afectado a empresas de alto perfil como Google y OpenAI. Estas compañías están implementando medidas más estrictas en sus procesos de selección de personal para evitar la filtración de información sensible. Sin embargo, la implementación de estas medidas no es sencilla debido a la gran cantidad de contrataciones y empleados que gestionan.
Una herramienta llamada Strider, impulsada por IA, está ganando popularidad entre las corporaciones estadounidenses. Strider recopila información sobre los planes de las agencias de inteligencia extranjeras para reclutar científicos y permite a las empresas realizar investigaciones adicionales sobre los candidatos. No obstante, estas prácticas minuciosas pueden acercarse peligrosamente a los límites permitidos.
Estados Unidos lidera actualmente el desarrollo de la IA, con actores importantes dentro de sus fronteras. Sin embargo, China está tomando medidas para no quedarse atrás, incluyendo la creación de sus propias unidades de procesamiento gráfico (GPU) y el lanzamiento de modelos de lenguaje avanzados. El espionaje sigue siendo un recurso importante para Pekín en su misión de ganar terreno en esta carrera tecnológica.
Imagen: Chris Yang | Bernard Hermant