La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa son patologías que se agrupan como enfermedades inflamatorias intestinales. Estas condiciones se caracterizan por su manifestación intermitente, con periodos asintomáticos seguidos de brotes que pueden incluir síntomas como dolor abdominal, diarrea, sangrado en las heces, fatiga y pérdida de peso.
La colitis ulcerosa afecta principalmente al intestino grueso, mientras que la enfermedad de Crohn puede impactar cualquier parte del sistema digestivo, siendo más común en el intestino delgado. Aunque estas enfermedades pueden aparecer a cualquier edad, su diagnóstico es más frecuente entre los 20 y 30 años, con un segundo pico entre los 50 y 70 años.
En cuanto a las causas, no se conocen con exactitud, pero se ha identificado que intervienen factores inmunológicos, genéticos y ambientales. Se ha observado que el riesgo aumenta con defectos en ciertos genes relacionados con el sistema inmune y la flora intestinal. Sin embargo, estas anomalías no son determinantes para prever el desarrollo de estas enfermedades.
Los factores ambientales son los únicos que se pueden modificar. Un estudio realizado en España ha identificado varios factores de riesgo, como ansiedad, vivir en una ciudad, consumir grandes cantidades de grasas y carbohidratos, y llevar una dieta baja en fibra. Otros factores menos relevantes incluyen la depresión, el tabaco y el uso de antibióticos.
El consumo elevado de carbohidratos simples, como las harinas refinadas, puede alterar la función de las células que regulan la flora intestinal. Por otro lado, la fibra es esencial, ya que ciertas bacterias pueden degradarla y producir ácidos grasos que regulan el sistema inmune y tienen propiedades antiinflamatorias. La ansiedad y la depresión también contribuyen a la producción de sustancias inflamatorias y alteran las funciones inmunes. Además, el tabaco y el consumo excesivo de antibióticos pueden desestabilizar la flora intestinal, aumentando el riesgo de estas enfermedades.
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