Las principales agencias meteorológicas del mundo predicen una temporada de huracanes especialmente intensa en 2024. Dos factores clave son el Atlántico anómalamente cálido y La Niña, que favorece la formación de huracanes. Sin embargo, el desierto del Sáhara podría ser nuestra esperanza. Las invasiones de calima hacia el oeste son habituales, arrastrando más de cien millones de toneladas de polvo mineral hacia América Central cada año. Este polvo, que representa el 70% del polvo en suspensión del planeta, tiene efectos ecológicos positivos, como la fertilización de amplias regiones del Atlántico y el sostenimiento de la vida marina.
Además, la calima debilita e inhibe el desarrollo de tormentas tropicales. Aumenta la cizalladura del viento, dificultando la formación y crecimiento de huracanes, y refleja la luz solar, reduciendo las temperaturas de la superficie del océano. Sin embargo, 2023 fue un año anómalo con la menor cantidad de polvo en suspensión en dos décadas, contribuyendo a las altas temperaturas del Atlántico. La buena noticia es que 2024 ha vuelto a la normalidad, y se espera que el polvo del Sáhara frene la intensidad de la temporada de huracanes.
Imagen: NASA