La lejía es un poderoso aliado en la limpieza, gracias a su capacidad para eliminar manchas y mantener la ropa impecable. Pero, ¿cómo funciona realmente?
La lejía actúa a nivel molecular, interactuando con las moléculas de la suciedad y del tejido de la ropa. La suciedad se compone de moléculas que pueden transferirse a la ropa por contacto directo o depositarse sobre ella al evaporarse un líquido. La lejía, cuyo componente principal es el hipoclorito de sodio, actúa como un agente oxidante, robando electrones a las moléculas de la suciedad.
Al robar electrones, la lejía altera la estructura molecular de las moléculas de la suciedad, modificando su capacidad para absorber la luz visible. Esto hace que la mancha pierda su color y se vuelva invisible a nuestros ojos. Este proceso químico es irreversible, ya que las moléculas no pueden volver a su estado original una vez que han perdido sus electrones.
Además de su poder blanqueador, la lejía también tiene propiedades desinfectantes, lo que la convierte en un producto ideal para eliminar microorganismos y prevenir enfermedades. De hecho, la lejía se utilizó originalmente para desinfectar agua y prevenir enfermedades.
En resumen, la lejía es un agente oxidante que interactúa con las moléculas de la suciedad y del tejido de la ropa. Al robar electrones, altera la estructura molecular de las moléculas de la suciedad, eliminando su capacidad para absorber la luz visible y haciendo que la mancha desaparezca. Además, la lejía tiene propiedades desinfectantes, lo que la convierte en un producto ideal para eliminar microorganismos y prevenir enfermedades.
Imagen: Adobe Stock