El metano (CH4) es uno de los gases de efecto invernadero más potentes y responsables del calentamiento global. A pesar de esto, históricamente ha sido ignorado en las cumbres internacionales sobre cambio climático. Sin embargo, en la última COP28 de Dubái, más de un centenar de países y varias empresas petroleras se comprometieron a reducir sus emisiones de metano. Aunque algunos informes indican que las emisiones de metano están disminuyendo, la realidad es que las emisiones siguen aumentando y alcanzaron un récord el año pasado. La producción y uso de combustibles fósiles son las principales fuentes de emisiones de metano, generando cerca de 120 millones de toneladas en 2023. Para evitar un calentamiento peligroso, es necesario reducir estas emisiones en un 75% para 2030. Además, las megafugas de metano representan otro desafío, ya que muchas de ellas son desconocidas o intencionadas. Para abordar este problema, los científicos están utilizando satélites para detectar fugas de metano a nivel global. La nueva plataforma satelital MethaneSAT aumentará significativamente la capacidad de vigilancia de las emisiones de metano. Los principales emisores de metano son Estados Unidos, Rusia y China. Reducir las emisiones de metano requerirá una inversión de aproximadamente 170.000 millones de dólares, pero es fundamental para proteger nuestro planeta.
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